Culturalmente, venimos de una ideología conservadora dominada por la Iglesia, exponente por excelencia del patriarcado, que ha rechazado la posibilidad del divorcio por el grado de libertad personal que supone, sobre todo en el caso de las mujeres. En este caso, la mujer es digna de compasión, pero en el inconsciente colectivo se justifica la acción del marido buscando alguna deficiencia física, psicológica o sexual de la esposa, él lo hace por alguna razón. Hemos comprobado que los hombres suelen tomar la iniciativa en la ruptura cuando deciden apostar por otra relación de pareja o por otro estilo de vida sin compromiso amoroso. Tropieza con el handicap de que no ha sido preparada para vivir una realidad de autonomía, que puede llegar a ser satisfactoria, pero que en esos momentos de desvinculación se hace inalcanzable. Cuando él toma decisión, y ella se ve forzada a separarse sin desearlo. Síndrome de mujer divorciada Cuando una mujer, una vez concluido el proceso de divorcio y pasado un tiempo prudencial, no puede adaptarse a los cambios en su vida y seguir adelante, suele presentar una serie de síntomas identificables y una serie de sentimientos y comportamientos autodestructivos: Depresión y ansiedad. Alteración del sueño y la alimentación.
Mis hijos lo que necesitan para no sufrir es ver y sentir que su padres se respetan aunque no vivan bajo el mismo techo. Mis hijos lo que necesitan es equilibrio emocional, en su madre también. Mis hijos necesitan que su madre se levante todas las mañanas sonriente, cantarina y risueña, sola o acompañada empero feliz. Mis hijos necesitan una lecho o un padre que al llegar a casa estén, que estén para ayudarles en los deberes, para cenar acompañados y para leerles el cuento de buenas noches.
Alicia quiere de esta manera ayudar a otras mujeres que atraviesen su misma situación. Ni armonía, ni apoyo, tampoco un equipo. Que duro es darse cuenta y tener que abandonar el barco. No tener a otra andoba para consultarle y ayudarte. El sentirte muy sola en las noches de fiebre e insomnio, con las dudas y el miedo de las primeras veces. En su primer golpe en casa, que recuerdo que me asusté muchísimo y no había consuelo empero para mí. O escondernos juntos y que nadie nos buscase. El asomar algo de tiempo para cuidarte y subirte a la cinta de andar mientras el buenhijo te sigue, se sienta y te mira todo el rato ver foto. Esa es la auténtica realidad de mi día a día.